Hasta hoy no lo había pensado demasiado en términos de tratamiento y reutilización pero no es lo mismo el agua de red, cargada de químicos antisépticos, que el agua de pozo, rica en minerales y microbiología.
En el caso de Don Carlos, el agua que recibimos es de red, potabilizada con hipoclorito de sodio (dato a validar). A pesar de esto, se trata de un agua poco apta para el consumo humano (dicen los vecinos que por los minerales y metales). La mala calidad la hemos comprobado de primera mano. Habiendo vivido en otros lugares en los que buena parte de la población padecía gastroenteritis estacionales y nosotros no, creímos que no nos afectaría. Sin embargo, a los pocos días tuvimos que empezar a consumir agua envasada dados los malestares que nos provocaba incluso con el mate.
Por otro lado el ir tomando mayor conciencia del cuerpo y sus estados me hizo notar, recientemente, que el contacto de la piel con ciertos químicos puede afectar de manera percibible cómo nos sentimos internamente. Por ejemplo, manipular hipoclorito de sodio sin guantes provoca malestar en el hígado. Mientras que aplicar kéfir de agua sobre la piel genera un bienestar que va más allá del contacto.
Todo esto nos llevó a volver sobre la idea de construir un filtro casero que incluya carbón activado. Esto nos permitiría ahorrar el gasto en agua envasada, mejoraría nuestra salud al eliminar el contacto con hipoclorito de sodio durante el aseo personal y de la casa, y mejoraría la calidad de nuestras aguas grises (lo último que queremos es regar antisépticos en un suelo en el que queremos fomentar la microbiología).
Un aspecto a tener en cuenta es que durante los meses más calurosos la afluencia de turistas y la pobre infraestructura local conspiran para provocar escasez justo en el momento en que humanes y plantas más necesitan rehidratarse.
Durante estos meses una huerta de anuales que dependa del riego estaría condenada a desaparecer y un suelo sin cobertura se convertiría en una pila de minerales muertos en pocos días. Resulta crucial, entonces, utilizar poca agua, contaminarla lo menos posible, reutilizarla para riego y retenerla en el suelo todo lo posible.
Cuando llegamos, la casa ya contaba con un caño de desagüe largo que lleva el agua del lavarropas hasta uno de los canteros del frente. Esto nos dio la idea de hacer lo mismo con los desagües del baño y la cocina hacia el otro cantero y la vereda lateral respectivamente. De esta manera, toda el agua que utilizamos, a excepción de la del inodoro, pasa por pequeñas jardineras y es reutilizada para riego.
Lo bueno de reutilizar el agua es que todos los “desperdicios” (pelo, células muertas, restos de alimentos, aguas de hervores, etc) la enriquecen llevando infinidad de nutrientes, que de otra forma serían descartados a la cloaca, a nuestro suelo.
Lo único que debemos tener en cuenta para que nuestro uso enriquezca el agua en lugar de contaminarla es separar o evitar las aguas negras y no contaminarla con productos químicos.
En casa, después de un proceso de experimentación y adaptación que llevó años, el habitual arsenal de productos químicos para la higiene tanto personal como del hogar fue reemplazado por vinagre de alcohol, jabón blanco, bicarbonato de sodio, fermentos y aceites esenciales. Esto nos garantiza que nuestros cuerpos evitan el contacto con productos industriales de dudosa composición y que toda agua que pasa por nosotros resulta enriquecida en lugar de contaminada.
Pequeñas jardineras en la parte más alta de cada cantero pobladas con plantas que gustan del agua y del potasio y que actúan como filtro previo a la distribución al resto del suelo.
Hecho con <3 x maleza en el tiempo libre que deja vivir con poco
Alojado en el caracolito
Licencia de Producción de Pares
