De un tiempo a esta parte viene emergiendo en internet algo así como una subcultura con la que me siento bastante identificade. Sus participantes solemos ser personas, diagnosticadas o no, que presentamos síntomas de autismo, depresión, ADHD, etc. De alguna manera, lo que nos agrupa es la neurodivergencia como concepto opuesto a lo neurotípico.
Lo neurotípico vendría a ser, entonces, algo así como la condición neurológica normal y mayoritaria a la que no pertenecemos. Al menos asi lo venía percibiendo hasta ayer.
Acabo de transitar una semana laboral intensa, para mi y para todes les que me rodearon. Por la naturaleza de mi trabajo, me tocó compartir la mayor parte del tiempo con una cantidad de personas muy por encima de los números de Dunbar al tiempo que atravesaban sus días más estresantes del año. Lo que observé, a cada minuto mientras intentaba mantenerme en una pieza, fue a una mayoría haciendo esfuerzos sobrehumanos para sostener su personaje habitual, para permanecer dentro de los parámetros de normalidad con los que se identifican. Otres lloraron, estallaron en ira o somatizaron en vértigos y otros malestares; cedieron ante el peso del nerviosismo y perdieron la compostura desnudando ante el resto su divergencia, su falta de normalidad.
Esta situación, si bien excepcional, me dejó pensando sobre qué tan típico es lo que consideramos neurotípico. ¿Será realmente lo mayoritario o se tratará de una imagen de lo ideal prescripta por el statu quo, un piso mínimo socialmente aceptable?
Ante esta pregunta, lo atestiguado y lo sentido es que me encuentro con un término que creo que define con mayor precisión nuestro verdadero opuesto, lo neurohegemónico; una construcción cultural dominante y dotada de el aparato correspondiente que la perpetúa (prevención, diagnósticos, tratamientos marco legal y reclusiones). Un artificio contra el cual todes podemos oponer resistencia mas allá de nuestra capacidad para lucir normales.
Considero que nombrar a esta normalidad prescripta como lo típico la tiñe de espontánea o intrínseca de nuestra especie, lo cual encuentro peligrosamente engañoso.
Por otra parte lo típico no requiere de instituciones para perpetuarse. Una comida, una tradición o una danza se definen como típicas por su permanencia espontánea en determinado contexto cultural sin necesidad de autoridades, jerarquías o leyes que los impongan. Los límites internacionales, la desigualdad o la desinformación no son típicos, se sostienen por complejas burocracias que garantizan su continuidad a pesar de lo espontáneo; son hegemónicos.
En este sentido es que creo más oportuno considerar a lo definido como un desarrollo neurológico normal como algo hegemónico, con todo lo que implica políticamente en lugar de permitirle camuflarse de folklore o tradición.
La próxima vez que me encuentre con el término neurotípico, ya no voy a imaginarme una enorme masa de humanes que no nos comprenden por gozar de certificada salud mental sino otro ideal homogeneizante de nuestra cultura.
Hecho con <3 x maleza en el tiempo libre que deja vivir con poco
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