En resumen, hemos reemplazado todos los productos de higiene personal y del hogar por jabón blanco, vinagre de alcohol, bicarbonato de sodio, fermentos caseros y aceites esenciales.
Cuando hablamos de higiene existen dos enfoques que persiguen el mismo objetivo, la salud, pero que lo hacen desde paradigmas opuestos.
Uno es al que más acostumbrados estamos en la cultura del consumo y el positivismo: Matarlo todo. Se persigue de esta manera la asepsia. La premisa es que si no queda microbiología alguna no puede haber patógenos. Es la cultura de los antibióticos, la lavandina, los desinfectantes de ambientes y el monocultivo con glifosato.
El otro, al que adherimos, sostiene que lo importante es desarrollar ecosistemas resilentes también cuando se trata de microbiología. Por eso buscamos favorecer suelos llenos de vida, consumimos probióticos en lugar de antibióticos y limpiamos de manera que nuestro hogar y nuestro cuerpo cuenten con aliados microscópicos con los que colaboramos para mantener el equilibrio.
Recuerdo de mi infancia que mi abuela, previo al furor consumista de los 90', lavaba los platos con jabón blanco, ocasionalmente esponja de bronce y esponja vegetal. Por eso, cuando empezamos a de-construir nuestros consumos fue lo primero que intentamos. Nada que extrañar ni del detergente ni de las esponjas sintéticas. No hemos vuelto a mirar atrás.
Para superficies metálicas o de piedra utilizamos esponja metálica, preferentemente de bronce, untada con aceite y frotada rápidamente sin ejercer demasiada presión. Resulta más eficiente que los limpiadores cremosos y menos contaminante.
Para las superficies plásticas, como la fórmica, lo ideal es evitarlas. Si todavía no logramos librarnos de ellas, el procedimiento es similar al anterior pero utilizando un paño en lugar de la esponja metálica.
Resulta contra-intuitivo pensar en limpiar con aceite en lugar de hacerlo con solventes agresivos. Sin embargo está basado en un principio sencillo, el de la limpieza por empatía. Las sustancias tienden a adherirse a si mismas. Por eso funciona limpiar superficies engrasadas con aceite.
Utilizamos un chorro de vinagre blanco y unas gotas de alguna esencia agradable y preferentemente que ahuyente insectos, como la de lavanda, diluidos en agua tibia.
El vinagre de alcohol no solo limpia sino que en lugar de eliminar toda la microbiología, la estabiliza favoreciendo un ecosistema saludable de manera similar a como actúa una dieta alcalina con nuestra biota.
Si olvidamos vaciar el balde por unos días luego de trapear, podemos comprobar lo anterior por el agradable aroma a bosque que despide. Por otro lado recomendamos calurosamente nunca hacer lo mismo con productos industriales. La experiencia puede ser difícil de olvidar.
Debo reconocer que, siendo cinco personas en casa y habiéndolo intentado, no logramos dejar el lavarropas.
La idea es alimentarlo con un panel o generador eólico aparte. Preparamos nuestro propio jabón líquido. Usamos algunas técnicas para lavar menos y reciclamos el agua.
Jabón para la ropaNo voy a explayarme aquí sobre los efectos del flúor, el daño del esmalte y otros daños provocados por las pastas dentales. Incluso las que pretenden ser naturales son demasiado abrasivas y alteran la química de nuestra boca.
Hace un par de años leí de un permacultor, que lo importante para mantener la salud en la boca es el oxígeno. Recomienda cepillarse sin pasta. Cuatro veces al día durante cuatro días y dos veces por día después.
Por supuesto que una dieta sana ayuda, pero eso es con o sin pasta.
No tires la pasta. No me creas. Probalo y contame al quinto día cómo te sentís.
Sitio de Antonio Urdiales CanoUtilizamos jabón blanco, también para el pelo.
Para desenredar un enjuague casero que preparamos con fermento de cáscara de cítricos, vinagre y agua. Y una gotita de aceite de almendras en el peine.
Enjuague para el peloLos desodorantes comerciales apuntan a matar todo (alcohol y otros antisépticos) y tapar con perfumes artificiales.
Nosotros preferimos buscar un equilibrio químico que favorezca un ambiente saludable y evite la contaminación sensorial.
Tanto para axilas como para prevenir hongos y malos olores en los pies, nada como espolvorear un poco con bicarbonato de sodio. Sano, inodoro y barato.
“...Las toallitas por la copa menstrual. No solo me dejó dormir más tranquila por las noches y evitar que se me paspara la piel con el roce, sino que además pude ver mi sangre, mi flujo, y elegir qué hacer con él; me ayudó a conectarme de otra manera con mi período. También dejé los medicamentos para calmar los dolores menstruales y mis ocasionales migrañas. Me recuesto en la cama y voy relajando de a poco el cuerpo con la respiración...”
Higiene en el blog de miyaHecho con <3 x maleza en el tiempo libre que deja vivir con poco
Alojado en el caracolito
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